sábado, 3 de febrero de 2007

EL SUICIDIO DE DON NADIE

Y fue que esa mañana tiró la tapa un lado, aguantando el frío que hacia salir vapor de su boca amarga, de tinto vigotiao de trasnoche. Se tiró abajo del cerro de piltrafas donde dormía, pescó los bluyines de batalla obrera y partió a la pega. Esos años eran de crisis económica, la dictadura milica se había visto en la emergencia de desarrollar planes de empleo chasquilla, pa” palear la crisis, que les tenía cortado el presupuesto a los bigotitos terneados burgueses, que ya no les alcanzaba la plata pa” terminar de hacer la piscina, en sus casas de dirigentillos.
Hace tiempo que lo habían pensado. El almirante Merino junto a Pinochet, mas conocido como Daniel López, un celebre acaudalado ex dictador y asesino, (además de titular de una cuenta bancaria del Reegs) paseando en Valparaíso. Habían andado sapeando el paisaje porteño de Marina Mercante días atrás.
Con su característica voz de curao, y la lengua media enredá el Marino le había dicho al otro:
- Aquí construyamos una cosa bonita. Un radiel aquí, las barandas allá, unas bancas aquí.
- Ya. Ta gueno (con voz nazal) demole trabajo a estos vagos. Pa que hagan alguna gueá.
- ¿Supiste que ese comunista de mierda Tucapel Jimenez tiene hueones a los obreros. Supe por ahí que el conchesumadre está llamando a paro?
- Ya mande a arreglar ese problema, no te preocupí. Tate callaito.

Llegó, como es de costumbre, como a las ocho y media. Dejó la mochila en la bodega, guardaba el almuerzo al interior de un recipiente de margarina. Tallarines con salsa era el menú pa´ la choca. Pescó la pala con las manos tibias sacándolas de su bolsillo y comenzó a revolver la mezcla. Dos carretillás de arena por saco de cemento.
El paisaje era precioso, las olas estallaban en el molo, el nostálgico puerto daba de comer a sus gaviotas, los ebrios melancólicos se iban recién a sus casas cantando. La misma belleza que días antes habían visto Merino y Pinochet desde el mismo mirador, ahora en construcción, convertido en fuente de trabajo para don nadie.
En las noticias del 7 anunciaron que había muerto un taxista. Degollado por asaltantes. Parece. Tucapel no sé cuanto, era dirigente en santiago, dijeron.

Tiempo después se desató una controversia. La prensa andaba cachúa. Había versiones de que en la muerte de un dirigente sindical de apellido Jiménez habían intervenido agentes de seguridad del estado. El juez Sostenía que fueron delincuentes comunes.
En una oficina de la escuela militar una reunión del alto mando de la junta dictatorial.
El otrora prisionero en Londres absuelto por demencia, hoy extinto hablaba
- Tan gueviando mucho (con voz nasal) estos periodistas marxistas.
- ya mandé a los huitres a tapar al muerto -dijo el taita de la diputada Mattei-

Hace días que sentía que lo andaban siguiendo, incluso se lo dijo a su madre y no le creyó. –ay! este hueon tanto que toma , ¡anda alucinando!- dijo la señora sin tener idea las ordenes del cuartel general.
Esa noche lo pescaron, lo embriagaron (cosa que no les costó mucho) un doctor aplicó hipnosis. Ordenándole a punta de shoks eléctricos redactar una carta, donde confesaba “su crimen”:
“yo lo mate, y no soporto mas el peso de la consiensia. Se resistió al cogoteo. No pasó las moneas, le pegué un balazo y le corté el cogote”
Dejaron la carta en la mesa, le cercenaron las dos muñecas, la linterna del taxista en su bolso y el cuchillo por ahí encima. Se fueron. El encargado, tiempo después fue ascendido por el éxito de la operación.
Noticias del 7. Había aparecido el asesino de Tucapel Jiménez. Muerto suicidado. Se llamaba Juan Alegría, obrero de la construcción cesante, hace poco había conseguido trabajo construyendo un mirador en Valparaíso. Juan Alegría, muerto por ser un don nadie, para ocultar un asesinato político.
EL CONSEJAL CONSEJERO

PD: VERSIÓN LIBRE DE LOS HECHOS ACAECIDOS EL 11 DE JULIO DE 1983.

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